miércoles, 5 de marzo de 2014

La lechuza mas hermosa del mundo: Segundo Capítulo.

Segundo Capítulo: Ave en mi ventana.

Despierto de nuevo en el suelo, y no me acordé en cambiarme, antes de acostarme, la ropa que tuve el día anterior. Me dolía la cabeza y al tocarme las mejillas, aprecio que tenía rastros de lágrimas. Al recordar lo que pasó, o mejor dicho, lo que no pasó la noche anterior, una tristeza se apoderó de mí. ¿Por que esos ojos se volvieron tan indispensables?, ¿por que no aparecieron?... estas preguntas merodeaban mi cabeza, y trate de ignorarlas mientras me alistaba para el segundo día de clases. Al bañarme y vestirme, observo que otra vez tocaba salir corriendo, porque faltaban 20 minutos para el inicio de la primera clase. Al salir de mi casa, se repite la escena perseguir la buseta. El conductor practicamente me distingue. Con una mirada de repugnancia, para el bus al verme por el retrovisor, y yo con una falsa sonrisa le daba las gracias al entrar. De nuevo, miraba por la ventana, y la pregunta que abordaba mi mente era: ¿por que apareció aquella noche y no ayer?... Nada se me ocurría para explicarlo y quizás era mejor convencerme en considerarlo como uno de esos eventos inexplicables que todos alguna vez presenciamos, y que nunca vuelven a repetirse. Me esforcé por asimilarlo, y trate de no pensar mas en ello todo el día. Pero era muy dificil, porque prácticamente hacía lo contrario.

En esos momentos, en los que no deseas pensar en algo, el mismo alrededor te lo impide. Precisamente ese día me regalaron un sobre de miel en la porteria, porque habia una campaña para el consumo de la misma en toda la ciudad. La gente la saboreaba y se observaban los sobres de la misma en todas partes. La palabra miel aparecia por doquier. Me sientía como una montaña de pedazos rotos. Todavia me preguntaba las razones por las cuales no me habia suicidado, con el estado de ánimo tan bajo que tenía. Quizas habían algunas esperanzas que me lo impedian, pero no me acordaba por cuales. Al pensar en la palabra tristeza, un recuerdo se apoderó de mí.

Tres meses atrás, estaba con la mujer que habia cautivado mi corazón, la mujer a quien le habia brindado todo de mí. Un estupido error me separó de ella: no haber confiado en lo que me decía y creer en versiones de terceras personas sobre un hecho particular. Nunca mas la volví a ver, pues supongo que se descepcionó de mí y por eso se retiró del Insituto. Yo arrepentido y triste cuando supe que se habia marchado, por lo que hice, por lo equivocado que estuve, me llevaron a perder el control sobre mi vida en esos instantes. Ella, una escepcional mujer amante a las aves, biologa, se había alejado de mi lo que mas pudo. Y yo, un dibujante estudiante de artes, con una mente arruinada, jamás le pude decir que me equivoqué, lo arrepentido que estaba, y que debí dejar que la historia tuviera un rumbo adecuado. Habia durado un mes en tratamiento para olvidar eso, pero todo lo que habia escondido en mi mente volvia como una película. La palabra culpa, era mi apellido. Esos ojos flotantes no aparecieron y mi mente estaba ocupada de escenas horribles del pasado. Sentia que mi vida era un completo desastre.

Pase todo el día en un estado "zombie". Iba a una clase, apuntaba, y me iba a la siguiente. Al dirigirme al paradero de la buseta que me lleva a casa, observé a lo lejos que un tipo musculoso me penetraba con su mirada. Se acercó, me sacó una navaja y yo con las ganas de terminar allí mi vida, me quito el bolso y salió corriendo. No se que era peor, no perder la vida, o perder los apuntes para el examen de la otra semana. Sentía que nada me podia alegrar. Mi madre me decia que nunca me rindiera, que siempre mirara el horizonte, y cuando llege a casa recordando sus palabras, le dí una falsa sorisa a mi llegada para no preocuparla. Si, ahora que lo tengo presente, quizas si no queria morir, era por ella, por mi madre.

Entré a mi cuarto, triste, desolado, descepcionado. Me senté en la cama, y las lagrimas salieron por si solas. Sentí que la rama del arbol se movió, y sin prestar mucha antención, fijé mi mirada en el techo. Mi mente era como un reproductor de videos con una pelicula demasiado larga de los recuerdos de los bellos momentos, y de los peores. Tanto que me esforcé por retenerlos y olvidarlos pero ahora vuelven por si solos. Miro la ventana y dos bolas brillantes aparecían en la lobreguéz del exterior.

La piel se me erizó, el ruido de mi mente desapareció, y observé que los ojos color miel estaban allí presentes de nuevo mirándome. No podía ver el contorno o el rostro de aquello, pero sentía que me transportaba a otra parte. Me acerqué lentamente, en silencio, pero sea lo que sea que había, me miraba fijamente y sabia quien era yo, o almenos eso era lo que sentía. Nada se cruzo por mi mente en ese instante. Al acercarme a la ventana, observaba a pocos, el contorno con la poca luz que salia de mi habitación. Era un ave, grande, majestuosa, blanca como la nieve, con un pico muy particular. La miraba y ella permanecía inmovil, hechizandome con su presencia. Dos palabras salieron de mi boca, como si el animal me pudiera entender: Eres real?. Es estupido, pero nada mas se me ocurria en el momento. El animal asintió con su cabeza. Al mirar todo sus detalles, observo en unas de sus patas una especie de bolsa de tela atada con una pequeña cuerda. Saltó a la rama que tocaba mi ventana. Al estar muy cerca de mí ventana, y yo con la posibilidad de tocarla, le susurré con delicadeza: hermosa lechuza.


Fragmento de una historia propia.
Dedicado a esa lechusita que aparece por las noches.
Gracias por leer mis escritos.

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